Allí estaba, justo delante de ella, su peor enemigo, ese al
que nunca se atrevía a mirar, ese que le hacía creer que nunca era suficiente,
suficiente para una sociedad, suficiente para sí misma, suficiente para nadie.
Miraba los ojos de
ese peso que siempre llevaba a la espalda, eran fríos, oscuros, con cierta
maldad en su interior. Acto seguido bajó la mirada por todo su cuerpo para
después subir de nuevo y detenerse en sus labios. Creyó advertir una pequeña e
irónica sonrisa. La rabio empezó a consumirle por dentro, apretó las manos,
clavándose sus propias uñas en las palmas de estas mientras se mordía el labio inferior
con tanta fuerza que creyó percibir por unos instantes el sabor amargo de la
sangre. "No
llores, no dejes que te vea llorar." Cerró los ojos con fuerza y
bajó la cabeza, aguantando la respiración para después, con dificultad,
tragarse ese nudo en la garganta.
Pasó varios segundos cabizbaja, con la mirada clavada en el
suelo y las uñas ensangrentadas de tanto apretar. Aunque le pareciera
imposible, creyó percibir que la sonrisa de esa persona que le hacía imposible
su existencia se ensanchaba, como si disfrutara de verle así, débil, frágil,
sin nada que hacer frente a su peor enemigo. Suspiró y se miró las manos con
sangre, recorriendo después sus propias muñecas con los ojos, las muñecas donde
se mezclaban cicatrices con heridas, pasado con presento, dolor y destrucción.
Miró hacia los lados y decidió que ya había sufrido demasiado, cogió aire y
volvió a apretar las manos.
- ¡Te odio! -Gritó, Y acto seguido golpeó a la figura que se encontraba frente a ella, golpeó con todas sus fuerzas, viendo como el espejo se hacía añicos.
"No puede hacerme daño." pensó. Entonces se miró la mano llena de cristales y cortes, llena de sangre. Alzó la cabeza y vio su propio reflejo en uno de los pocos pedacitos del espejo que seguían sujetos a la pared, y entonces lo vio.
Una chica despeinada y ensangrentada, con lágrimas secas por
las mejillas y llena de cortes, pero con algo diferente, un brillo diferente en
los ojos.
Entonces sonrió, aliviada, cansada, un poco menos frágil.
-Se acabó...
-Se acabó...
Historia contada por @celiauveese
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